ESTIMULACIÓN AUDITIVA INDIVIDUALIZADA JOHANSEN
Es
un programa de estimulación auditiva que consiste en escuchar música
específicamente diseñada para estimular las vías nerviosas hacia y dentro del
cerebro, en particular las áreas relacionadas con el lenguaje. Se pueden
beneficiar de esta terapia niños a partir de los tres años de edad,
adolescentes y adultos. A medida que se normaliza la escucha mejoran la
lectura, la escritura, el lenguaje e incluso el comportamiento.
El
programa consiste en escuchar, durante 10 minutos al día, una serie de CD,s con
música grabada y ecualizada, de manera individualizada, a partir de una
audiometría y un test de escucha dicótica, además de otros CD,s específicos.
Estas evaluaciones se repiten cada dos meses, grabándose nuevos CD,s en función
de las curvas obtenidas. El programa puede durar entre nueve meses y un año y
medio aproximadamente.
Los
niños que presentan un retraso en la adquisición del lenguaje, así como los
niños que han sufrido de otitis de repetición durante la primera infancia son
casos claros en los que sería conveniente evaluar la presencia de dificultades
de procesamiento auditivo. Además, otro tipo de señales pueden alentarnos de
que el niño (o el adulto) sufre dificultades auditivas, por ejemplo:
- Estar “en las nubes” en clase.
- Dificultades para entender lo que se
dice cuando hay ruido de fondo.
-Dificultades para seguir
instrucciones dadas oralmente (necesidad de comprobar lo que hacen otros
compañeros).
-Tener problemas para filtrar, es
decir, para ignorar la información sensorial no relevante.
-Confusión o inversión de letras.
-Mala comprensión lectora.
-Tardar más tiempo del necesario en
completar una ficha o los deberes.
-Conducta disruptiva (a causa de
lapsos cortos de atención).
-No siempre responder cuando se le
llama por su nombre.
-Hipersensibilidad o disgusto por
algunos sonidos en particular.
-Habla vacilante, o mal articulada.
-Entonación plana, monótona.
-Decir ¿qué? O ¿eh? Varias veces al
día.
El
oído derecho es el más eficaz para transmitir los sonidos del lenguaje al
cerebro, puesto que la información de los sentidos (excepto el olfato) cruza al
hemisferio contrario y, precisamente, los centros principales del lenguaje se
encuentran en el hemisferio izquierdo. Y esto es así para las personas diestras
y para la mayoría de las zurdas. Solo hay un pequeño porcentaje de personas
zurdas cuyo centro principal del lenguaje se encuentra en el hemisferio
derecho.
Así,
los sonidos que nos llegan por el oído derecho viajan directamente al centro
del lenguaje en el hemisferio izquierdo. En cambio, los sonidos que nos llegan
por el oído izquierdo pasan primero al hemisferio derecho, y luego, a través
del cuerpo calloso, llegan al centro del lenguaje del hemisferio izquierdo.
Este “viaje” más largo del sonido y su procesamiento, se traduce en un retraso
de milisegundos. Esto puede producir confusión y lentitud a la hora de procesar
una serie de palabras o instrucciones.
También
puede ocurrir que no haya una dominancia clara por uno de los oídos. Si no que
se intercambien la presencia en función de las frecuencias. Es decir, que
algunos sonidos se oigan mejor por el oído derecho y otros por el izquierdo.
Entonces pueden producirse inversiones en las letras, o de sílabas que se
manifiestan tanto en el lenguaje como en la escritura.
Gran
parte de la investigación realizada por Kjeld Johansen está dedicada a la
relación entre lateralidad y dislexia. Uno de sus estudios encontró que los sujetos
disléxicos son más zurdos de oído (pero no zurdos de ojo, mano o pierna).
Así
mismo, una investigación impulsada por el grupo interdisciplinar de
neurofisiología del instituto aragonés de ciencias de la salud (I+CS), dirigida
por el Doctor Paulino Uclés, ha desvelado recientemente que la dislexia “no es
un problema lingüístico, si no de anomalías del procesamiento general del
sonido en las redes neuronales primarias”.
¡Animo... se puede!
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